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viernes, mayo 01, 2009

LA VERDADERA HISTORIA DE LA GLOBALIZACIÓN.

La carrera hacia la cima:
LA VERDADERA HISTORIA DE LA GLOBALIZACIÓN.
Richard M. Ebeling, junio 2002

“Globalización” se transformó en la palabra de moda para un proceso que se ha venido desarrollando con una creciente intensidad por más de 200 años — la internacionalización de la división del trabajo.
Por supuesto, en cierto sentido, el comercio internacional es tan viejo como la historia escrita. Desde Herodoto hasta Marco Polo, viajantes, aventureros y mercaderes hicieron su camino hasta lugares distantes y regresaron a sus hogares con historias exóticas de extrañas costumbres, como también, generalmente, llenos de productos suntuosos para iniciar demandas en sus compatriotas.
Fueran donde fueran, contaban acerca de puertos y ciudades vivas con comercio e intercambio, habitadas y visitadas por mercaderes y viajantes como ellos. Especias y joyas, telas y tapices, cueros y pieles de animales, ornamentos y utensilios domésticos, eran algunos, dentro de la extensa gama de bienes que pasaban de un lugar a otro del mundo mucho antes de los tiempos modernos. Caravanas de comercio trajeron un cierto grado de unidad a la raza humana mucho antes de que el hombre le diera un análisis serio a las posibilidades de la comunidad global del hombre.
Pero fue sólo luego de las grandes exploraciones de los siglos XV y XVI, con la apertura de nuevas rutas de comercio desde Europa hacia África y Asia y el descubrimiento del “Nuevo Mundo”, que la era moderna de comercio internacional comenzó su desarrollo. Ha seguido una trayectoria en aumento desde el siglo XVIII, a medida que tanto los medios tecnológicos como el orden institucional permitían la potencialidad del comercio global para expandirse en forma increíble.
La maravilla del siglo XIX fue el transporte terrestre, más que la máquina a vapor, fue el tren. La primera línea de tren se abrió hacia 1829 entre Liverpool y Manchester en Gran Bretaña. Permitía a los viajantes llegar a destino a una velocidad impresionante de 25 kilómetros por hora. Hacia finales del siglo XIX, las vías de tren cruzaban gran parte de la Europa Occidental y Central, y se estaban extendiendo en Europa Oriental.
En 1869 — el mismo año en el que se abrió el Canal de Suez — se unió el primer tren transcontinental cruzando Estados Unidos fuera de Ogden, Utah. Y la inversión de capital extranjero en Europa estaba construyendo redes ferroviarias en Sudamérica, Asia, y Australia.
Hoy, a principios del siglo XXI, un viaje de un día y medio en avión puede llevar a una persona hacia casi cualquier gran ciudad del otro lado del mundo desde cualquier punto. El tiempo de viaje en avión a través del Atlántico o cruzando Estados Unidos continental es ahora cuestión de horas, más que de días o semanas.
El desarrollo de la radio y luego de la televisión en el siglo XX permitió la transmisión de información de voz e imágenes vivas de cualquier parte del globo en cualquier momento a tiempo. Y ahora Internet permite enviar mensajes personales y documentos en forma virtual hacia cualquier punto del planeta en segundos. El tiempo y el espacio se han comprimido en forma impresionante, especialmente durante los últimos 100 años.

Pero, a pesar de lo chico que se está volviendo el mundo, hay fuertes intereses que intentan impedir una mayor integración global entre los hombres en sus propósitos comunes de comercio e intercambio. La carrera hacia la cima: la verdadera historia de la globalización de Tomas Larsson, intenta explicar los beneficios y potencialidades de la economía global como así también su resistencia desde varios puntos.
Larsson es un periodista sueco que pasó más de 10 años entrevistando desde Tailandia. Viajó ampliamente a través de Asia y trae su gran cúmulo de conocimiento y experiencia para dramatizar y dar vida a la realidad del proceso de la globalización.
Un punto central para su análisis es la cuestión de que la globalización ofrece uno de las más importantes fuentes de escape a la pobreza para multitudes pobres en lo que generalmente se conoce como el Tercer Mundo. La continuidad de la pobreza en esos países, sostiene Larsson, se ha basado en principio en los usos y abusos del poder político por una elite privilegiada que ha manipulado las políticas de gobierno en sus propios intereses.
Abrir los mercados tanto domésticos y entre países crea oportunidades para individuos para encontrar nichos de potencial prosperidad para ellos. Supuestas empresas textiles en Tailandia o Indonesia proveen trabajo a niños y jóvenes que de otra forma morirían de hambre o vivirían de actividades como la prostitución.
Los mercados abiertos dan acceso a mercados de capital locales e internacionales para que emprendedores pobres en estas tierras puedan tener acceso a los recursos financieros para iniciar y operar empresas en el mercado global. Y los mercados abiertos proveen más y más baratos bienes de todo el mundo, permitiendo que aquellos con salarios inferiores en los países pobres puedan utilizar mejor sus modestos ingresos.
Los argumentos en contra de la globalización
Al presentar su defensa del mercado abierto y global, Larsson también refuta muchos de los argumentos que se hacen en contra de la globalización. Por ejemplo, responde a la acusación de que la globalización significa el fin de la cultura local y nacional, las tradiciones y costumbres, a medida que el mundo se vuelve comercialmente americanizado.
Sólo consideremos el menú de McDonald´s en el mundo, sostiene: “En Filipinas se puede pedir McSpaghetti, en Tailandia una hamburguesa de cerdo con chile y jengibre, en India una hamburguesa Maharajá McMutton, en Japón una hamburguesa teriyaki, en Noruega una hamburguesa de salmón, en Uruguay una hamburguesa de huevo. La cola se endulza según las preferencias locales...Los bienes pueden ser globales, pero su significado es siempre local. Entonces los chinos no dejan de ser chinos en el momento en que hincan sus dientes en una hamburguesa estadounidense...La diversidad cultural no está amenazada por el comercio global. Nadie necesita vender su alma por una papa frita”.
La mayoría de los peligros en los países pobres de Asia, África y Sudamérica, enfatiza Larsson, no provienen del imperialismo del comercio global. Vienen de los gobiernos y los intereses especiales dentro de sus propios países. En países como Malasia y Singapur, las autoridades políticas intentan limitar el acceso a Internet y a la información como una forma de controlar los pensamientos y las ideas de sus propios ciudadanos.
Su temido “peligro” de las influencias de la cultura occidental es en realidad los temores de la elite política local de que las masas de personas descubrirán los medios de utilizar su poder contra los privilegios y la corrupción. Y su rechazo hacia el “individualismo” y la “democracia” occidental como algo inconsistente con las tradiciones y costumbres del “orden asiático” no es más que un intento de prevenir la aparición de partidos políticos de oposición y centros alternativos de influencia económica que pondrían en peligro su control de los gobiernos en estos países.
En este contexto, Larsson también demuestra que todo lo que se habla acerca de alguna “tercera vía” entre el “capitalismo extremo” y la planificación del socialismo soviético no es más que una pantalla de humo para aquellos en el poder político o que desean ese poder para mantener el sistema existente y desastroso de regulaciones, controles e intervenciones. El sistema neo mercantilista y proteccionista impide que la gente utilice su propio talento y habilidades para salir de la pobreza e ingresar en el mundo moderno de la prosperidad y la bonanza.
Larsson también explica que continuar la globalización no debería ser un rehén de las negociaciones internacionales o los acuerdos multilaterales. Los mercados abiertos y el libre comercio deberían ser buscados en forma unilateral siempre que sea posible y no quedar retardados por los largos y agotadores procesos de tratados y acuerdos intergubernamentales.
“La gente verdaderamente progresista y preocupada no luchará contra la globalización”, concluye Larsson. “En su lugar, lucharán para sobreponerse a las tantas barreras locales y externas, para difundir la globalización...Nuestro trabajo es crear una sociedad dinámica, abierta y tolerante. Una sociedad para maestros en el arte de la vida”.

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