Revista el Metro

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TRM OFICIAL EN COLOMBIA

DE ACUERDO AL ARTÍCULO 88 DEL DECRETO 2685/99 la TRM aplicable al periodo comprendido entre el 11 y el 17 de Septiembre del 2015 es TRM para el 11 de Septiembre de 2015: $3.080,573

miércoles, octubre 19, 2011

Compras externas asiáticas


Importaciones desde China alcanzaron los US$761,6 millones


Las compras externas de Japón costaron 126,7 millones de dólares CIF y las de Corea unos 101,2 millones de dólares.

En agosto de 2011, las importaciones colombianas presentaron un crecimiento de 31,9%, con relación al mismo mes de 2010. De los países asiáticos, la mayor contribución a la variación positiva de las importaciones la realizó China (43,3%), con un aporte de 6,4 puntos porcentuales a la variación total.
En agosto de 2011, las compras externas originarias de China alcanzaron un monto de 761,6 millones de dólares CIF (Costo, Seguro y Flete) , las de Japón US$126,7 millones CIF y las de República de Corea 101,2 millones de dólares CIF.

Dice el informe que en agosto de este año, las importaciones originarias de China presentaron un crecimiento de 43,3% con relación al mismo mes de 2010; las de Japón crecieron 14,8% y las de República de Corea aumentaron 9,0%.

Durante los ocho primeros meses de 2011, las importaciones originarias de China acumularon un crecimiento de 53,3%, así mismo las de Japón crecieron 31,6% y las originarias de República de Corea aumentaron 32,9%, precisa el informe.

En los ocho primeros meses de 2011, el 14,0% del total de las compras externas realizadas por Colombia fueron originarias de China, 2,7% de Japón y 2,3% de República de Corea, para un acumulado de 19,0% de las importaciones colombianas.

De China

En agosto 2011, el aumento de 43,3% registrado por las compras externas originarias de China en el mes de agosto de 2011, se explica principalmente por el comportamiento de aparatos y material eléctrico de grabación o imagen, registró un aumento de 44,5%, al pasar de 103,7 millones a 149,9 millones de dólares, debido principalmente a las mayores compras de “aparatos de telecomunicación por corriente portadora o telecomunicación digital” y “teléfonos móviles (celulares) y los de otras redes inalámbricas”.

Calderas, máquinas y partes, registró un crecimiento de 25,4%, al pasar de 104,1 millones de dólares en agosto de 2010 a 130,5 millones en el mismo mes de 2011, ocasionado en parte por “máquinas automáticas para tratamiento o procesamiento de datos, portátiles, de peso inferior o igual a 10 kilogramos, que estén constituidas, al menos, por una unidad central de proceso, un teclado y un visualizador”.

Manufactura de fundición, de hierro o acero, con un crecimiento de 71,6%, aportó 4,1 puntos porcentuales a la variación total de las importaciones de China. Este resultado fue ocasionado principalmente por "chapas, barras, perfiles, tubos y similares, preparados para la construcción, de fundición, de hierro o de acero”, destaca el comunicado de prensa del DANE.

En los ocho primeros meses de 2011, las compras externas originarias de China crecieron 53,3%. Este resultado se explica principalmente por el comportamiento de las importaciones de manufactura de fundición de hierro o acero, registró un crecimiento de 245,7%, al pasar de 119,7 millones de dólares durante el período enero – agosto de 2010 a 414,0 millones de dólares en el mismo período de 2011. Este resultado fue ocasionado principalmente por las mayores compras de “tubos del tipo de los utilizados en oleoductos o gasoductos”.

Aparatos y material eléctrico de grabación o imagen, registró un aumento de 35,8%, al pasar de 743,3 millones de dólares en los ocho primeros meses de 2010 a 1.009,3 millones de dólares en el mismo período de 2011.

Este resultado fue ocasionado en parte por las mayores compras de “máquinas automáticas para tratamiento o procesamiento de datos, portátiles, de peso inferior o igual a 10 Kilogramos., que estén constituidas, al menos, por una unidad central de proceso, un teclado y un visualizador”.

Elespectador.com| Elespectador.com

'Faltan obras para competir'



Víctor Traverso, representante de CAF para Colombia, confía en que los acuerdos comerciales que ha firmado el país, entre ellos el de EE.UU., pondrán a tono la infraestructura nacional.



La reciente aprobación del TLC con Estados Unidos y de otros tratados, con Canadá y Suiza, puso a pensar más en serio a los sectores de la economía sobre la suficiencia de la infraestructura existente en el país para afrontar el incremento del volumen comercial en los próximos años. Sin embargo, persisten las preocupaciones.

Víctor Traverso, representante de la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina), le dijo a El Espectador que los últimos tratados de libre comercio que ha logrado el país llevarán a solucionar las deficiencias existentes en infraestructura en los próximos años. Contó que este organismo está interesado en la financiación de nuevos proyectos de infraestructura para Colombia.

¿Vamos a pasar vergüenzas con la infraestructura existente para los TLC que vienen?

Todo eso falta, pero justamente los acuerdos aceleran todo eso. Impulsan el mejoramiento de la infraestructura en puertos y túneles. Eso genera mejor competitividad de la industria. Todo se vuelve más productivo y esto es una enorme ventaja para el país.

Hay que hacer obras como mejorar los puertos. Desde hace tiempo en la CAF estamos trabajando en ello. Por ejemplo, al corredor Bogotá-Buenaventura le estamos metiendo plata; también al túnel de La Línea.
Además estamos mirando cómo mejorar los puertos en el Pacífico y evaluando qué otros podemos financiar en el Caribe.

¿Podrían financiar más obras de infraestructura para el país en los próximos años?

Estamos en conversaciones con gerentes y directorios para ver qué financiamos. Está avanzado el tema con un puerto en Buenaventura. Vamos a financiarlo. Ya lo tenemos en la programación interna.
Así que, como son privados, es mejor reservar los nombres mientras no tengamos la operación con contrato. Nos parece indispensable que los corredores de exportación a los puertos y los aeropuertos mejoren para ser más competitivos. La otra parte importante de esta está en las empresas.

En cuanto al tema vial, ¿en qué otros corredores participará la CAF?

Estoy esperando señales más claras del Gobierno en cuanto a qué quieren hacer en infraestructura en la Orinoquia. Hay un plan de desarrollo para la región. Con toda seguridad estaremos interesados en financiar los proyectos. La Orinoquia está llamada a ser un área de cultivos extensivos, con alta tecnología.

Seguimos en deuda con la navegación del Magdalena y con los ferrocarriles…

Parece que el Ministerio de Transporte está con la mira en estos proyectos. Lo que hay que empezar es a preparar bien esos proyectos para que no haya sobrecostos y postergaciones. Ojalá esa planificación que necesita la infraestructura se haga pronto.
La infraestructura no es un proceso corto. El problema es que tiene largos tiempos de maduración. La primera cosa es tener una buena planificación que responda a los planes de desarrollo. Falta desarrollar los proyectos y esto cuesta. Este proceso está retrasado por razones históricas.

Por: Héctor Sandoval Duarte | Elespectador.com

lunes, octubre 17, 2011

TLC con Corea del Sur: mucho que aprender pero poco que vender !!


Mario Alejandro Valencia*
Los avances en la negociación de este tratado dan lugar a explorar una historia fascinante: hace 50 años Corea del Sur era menos desarrollada que Colombia, pero a partir de entonces la comparación dejó de ser odiosa para volverse aterradora. Y a estas alturas un TLC con el país asiático acabaría con la industria automotriz colombiana.
Hyundai y la industria automotriz coreana
En 1967, los hermanos Ju-Yung y Chung Yung crearon la compañía automotriz Hyundai. El primer modelo que ensamblaron fue el Cortina, de Ford. Pero en 1975 el gobierno pidió a sus compañías automotrices producir un carro puramente coreano.
Hyundai tomó la delantera con el modelo Pony. Fue el primer vehículo que exportó ese país, al Ecuador. Para 1994, la compañía producía más de un millón de carros al año y en 1997 produjo más de diez millones. En la actualidad, Hyundai —dueña también de Kia— es la cuarta compañía automotriz más grande del mundo, con ventas anuales por encima de los tres millones de vehículos.
¿Sorprendente? Pues bien, Hyundai es una más de las exitosas empresas de Corea del Sur, a la que hay que sumar LG, Daewoo, Sungyong, Ssangyong y Samsung. Esta última también fabrica automóviles con Renault, cuenta con 275.000 trabajadores en el mundo: es decir, emplea más trabajadores ella sola que todas las fábricas de la capital colombiana (205.600 trabajadores).
Una política industrial deliberada y agresiva
La historia de la industria automotriz coreana está estrechamente vinculada a la política estatal de incentivarla y proteger deliberadamente a los chaebol [1]:
En 1962 el gobierno promulgó la “Política de Promoción de la Industria Automotriz” y la “Ley de Protección a la Industria Automotriz”. En 1964 estableció el “Plan de Promoción Integral de la Industria Automotriz”. A las compañías extranjeras se les prohibió operar en Corea, a menos que estuvieran asociadas con productores locales. Incluso en 1982, tras la crisis energética que sacudió al país, y cuando la industria de carros ya estaba desarrollada, el gobierno tomó medidas para evitar una competencia salvaje entre las cuatro fábricas existentes en ese momento, postergando su política aperturista. Hacia 1986, el gobierno coreano ya había elaborado y ejecutado nueve planes oficiales de protección y promoción de su industria automovilística, para desarrollarla y hacerla competitiva en los mercados internacionales. No es posible analizar el avance de la industria coreana sin asociarla a una fuerte intervención pública.
El resultado: la industria automotriz coreana es la sexta a nivel mundial en términos de exportaciones y la quinta más grande en producción, con 4 millones de automóviles al año, 22 veces más que las ensambladoras de Colombia.
¿Cómo pasó esto?
El avance científico y tecnológico de Corea del Sur no fue producto del azar. Entre 1910 y 1945, la península estuvo bajo ocupación japonesa. Después de la II Guerra Mundial, Estados Unidos apoyó una guerra civil que terminó en la actual división de Corea. Durante esa década, Corea del Sur figuraba entre los países más pobres del mundo.
Al igual que Hyundai, la clave del sorprendente desarrollo coreano y del crecimiento de sus compañías a nivel global radica en una sola frase: intervención estatal. La receta ya está inventada y se aplica por parte de todas las potencias industriales, avanzadas y emergentes.
Se trata de un camino que la clase dirigente colombiana resolvió abandonar hace dos décadas y que trajo como resultado:
-Una apresurada desindustrialización, -Pérdida de la soberanía alimentaria, -Reemplazo de riqueza nacional por extranjera, -Altas tasas de desempleo y subempleo, -Un aumento vergonzoso de los niveles de pobreza y miseria.
Por el contrario, Corea emprendió otro camino:
-Protección de la producción nacional, -Fortalecimiento del mercado interno, -Inversión para investigación en ciencia y tecnología, -Una decidida apuesta en desarrollar a la Nación mediante la producción de bienes con alto valor agregado, tanto para consumo local como para la exportación.
El efecto se puede demostrar estadísticamente:
Según datos del Banco Mundial (publicados en su página Web), en 1961 había en Colombia 18.241 tractores, mientras Corea tenía 24. Para 1997, Colombia tenía 21.000 tractores y Corea 131.358. Para 1971, el país suramericano producía 10.200 millones de kilovatios de electricidad y la península asiática producía 10.540 millones, casi lo mismo; En 2009, Colombia produjo 56.024 millones de kilovatios y Corea 443.174 millones, es decir, pasamos de una relación de 1 a 1, a una relación de 8 a 1. En 1961, el consumo final de los hogares colombianos valía 3.343 millones de dólares corrientes y el coreano valía 1.939 millones de dólares, casi la mitad; Para el año 2009, el consumo de los hogares coreanos se elevó a 452.329 millones de dólares frente a 150.582 millones de dólares de consumo de los colombianos, es decir, tres veces más. El valor agregado manufacturero de Corea en 1965 era tres veces más bajo que el colombiano; para el 2009 era siete veces más alto. De ser una economía más pobre y atrasada que Colombia en la década de 1960, Corea es hoy la decimotercera más grande del planeta. Tiene el décimo primer puerto más grande del mundo; 105 aeropuertos, 4 veces más que Colombia; El cuarto aeropuerto de carga más activo del planeta (Incheon, Seúl); El doble de kilómetros en líneas férreas que nuestro país, y un largo etcétera de ventajas en términos de infraestructura y tecnología. Es también el tercer productor mundial de semiconductores y microchips, que atienden el 48 por ciento del mercado estadounidense. Controla el 46 por ciento del mercado mundial de televisores y pantallas LCD. Es el sexto mayor productor de energía nuclear del planeta, que representa la mitad de la energía que consume.
El “milagro del río Han” se dio gracias a que justamente no siguió las recetas neoliberales, ni la teoría de las ventajas comparativas, ni las ideas de “jóvenes emprendedores”, ni la “audacia exportadora” que reverentemente han sido profesadas en Colombia.
Corea exporta automóviles, circuitos integrados, barcos, queroseno y teléfonos, e importa gasolina, petróleo, gas y mineral de cobre.
El comercio de Colombia es exactamente al revés y significa el 0,02 por ciento de las compras que hace Corea al mundo. Por eso la balanza comercial colombiana con la península ha sido negativa en los últimos seis años, sumando 3.427 millones de dólares.
Santos ahonda el desastre
El gobierno colombiano inició la negociación de un TLC con Corea del Sur el 7 de diciembre de 2009, a pesar de la asimetría y en medio de la peor crisis económica de los últimos tiempos, que ha obligado a las potencias a tomar medidas proteccionistas e intervencionistas.
Se han adelantado cuatro rondas y tres mini-rondas de negociación, cuyo capítulo más reciente fue el viaje del presidente Santos a Corea a mediados de septiembre, para acelerar las negociaciones y mostrar las magnificas condiciones que la “confianza inversionista” ofrece a los empresarios coreanos. Santos fue a ofrecer lo siguiente:
Colombia seguirá vendiendo a Corea del Sur lo que actualmente le vende: 46 por ciento de las exportaciones a esa Nación son café, 23 por ciento chatarra de metales, 17 por ciento ferroníquel; adicionalmente exportamos globos de látex, caramelos y bombones. Por su parte, Corea seguirá vendiendo básicamente lo mismo a Colombia: 43 por ciento de las importaciones son vehículos, 27 por ciento maquinaria (teléfonos, aire acondicionado, lavadoras, grabadoras y cámaras de video), 19 por ciento químicos y 3 por ciento textiles.
Lo que arriesga Colombia
El sector más afectado por un TLC con Corea será sin duda la industria automotriz, que representa el 5 por ciento de la industria nacional. Colombia tiene una capacidad instalada para ensamblar 180.000 vehículos al año, en tres empresas: Colmotores (General Motors), Sofasa (Renault, Toyota) y la Compañía Colombiana Automotriz (Mazda, Ford).
La mayor generación de valor es aportada por la industria de autopartes, en particular la fabricación de dirección, frenos, suspensión y equipo eléctrico, aunque también son importantes las industrias metalmecánica, petroquímica y textilera.
Esta cadena aporta 24.700 empleos, que representan 300.000 millones de pesos en salarios al año, o sea en consumo interno que se acabará si entra en vigencia el TLC, pues la industria automotriz colombiana no tiene ninguna posibilidad de competir con la coreana.
Una sola planta de Hyundai, la más grande del mundo, emplea 34.000 de los 75.000 trabajadores de la empresa y produce 5.400 carros ¡al día!, 11 veces más que toda la producción de Colombia.
Si bien es cierto que esta industria es competitiva en el mercado andino, hacia donde exporta el 56 por ciento de su producción, por fuera de él es un jugador enano en el concierto global. En el comercio de autopartes hacia Estados Unidos, Colombia participa con el 0,03 por ciento del mercado de dirección, frenos y suspensión y con el 0,01 por ciento de equipos eléctricos.
La estabilidad del sector y sus posibilidades de crecimiento están dadas por el Convenio Automotor Andino, para la promoción del desarrollo industrial, que desaparecerá con los TLC.
A pesar de que los hechos son tozudos, el gobierno de Santos está decidido a seguir protegiendo a la inversión extranjera, que convierte a Colombia en el quinto país en el ranking “Doing Business” del Banco Mundial.
Colombia es un paraíso para los monopolios industriales y los especuladores financieros, que se benefician de zonas francas especiales, contratos de estabilidad jurídica, flexibilización laboral y un Estado dispuesto a brindarles “todas las garantías”, al decir del propio presidente.
Brasil y México simplemente no quisieron firmar un TLC con Corea del Sur y Estados Unidos aún no se ha decidido, debido a los impactos profundos que provocaría sobre la industria automotriz y los empleos de estas naciones.
Ante este panorama, sin duda el TLC con Corea abrirá a las empresas de ese país un espacio de “new possibilities”, como dice el eslogan de Hyundai en una pantalla gigante en Time Square: 34 millones de propietarios no pueden estar equivocados.
* Economista, profesor universitario. Analista del Centro de Estudios del Trabajo, Cedetrabajo y miembro de la Red Colombiana de Acción Frente al Libre Comercio, Recalca.

El TLC: el cara y sello para los empresarios


Mientras los confeccionistas son ganadores, el sector avícola se siente amenazado.

La semana que termina fue de euforia para el Gobierno y para muchos sectores de la economía. Pero al mismo tiempo, fue 'negra' para otros empresarios que sienten 'pasos de animal grande'.
La aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos lleva a muchos a sentirse ganadores y muy optimistas, y a otros, en cambio, a considerarse perdedores.
De todas maneras, hay quienes creen, como el empresario Mario Hernández, que el TLC es una gran oportunidad para el que "se ponga las pilas y esté dispuesto a cambiar. Hay que ser recursivos porque no es cuestión de pedirle al Gobierno, sino de que cada empresario haga lo que debe hacer".
Para él, el ganador número uno será el consumidor colombiano, que tendrá una variedad de productos y precios para elegir.
Lo cierto es que las cartas están sobre la mesa. Uno de los sectores que se han declarado afectados desde que se empezó a negociar el acuerdo es el agropecuario. Y pese a que han pasado más de cinco años desde la creación del programa Agro Ingreso Seguro (AIS), hoyDesarrollo Rural con Equidad (DRE), que se creó como un 'salvavidas' y a través del cual se canalizan 500.000 millones de pesos anuales, hay quienes en dicho sector no se sienten listos para enfrentar la apertura con los Estados Unidos.
El propio ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, reconoció que"nos falta mucho" y dejó entrever que solo les iría bien a los productores de hortalizas, frutas y verduras.
Por los demás, cree que no obtendrán beneficio alguno del tratado, mientras que el sector lácteo y el arrocero son los que más preocupan.
En la otra cara de la moneda, es decir, entre los beneficiados, se han destacado 500 nuevos productos con opciones reales en el mercado de Estados Unidos, que se agrupan en 20 sectores.
La carne bovina, las grasas vegetales o animales, el azúcar, los chocolates, las galletas y otros productos horneados hacen parte de esta lista de los que tienen oportunidades con el nuevo panorama comercial.
Los afectados
Unos de los que se sienten más amenazados son los productores avícolas. "Eso quedó claro en los procesos de desgravación", dijo Jorge Bedoya, presidente de Fenavi.
Una vez entre en vigencia el TLC, se estima que entrarán al país 27.040 toneladas de cuartos traseros, sin pagar aranceles, a lo que se suma que este sector ha sido marginado de los programas de crédito y financiamiento del DRE.
Pese a ello, la industria buscó una alianza estratégica. Las empresas Friko, Superpollo Paisa y Pimpollo se unieron para comprar insumos y lograr una economía de escala, hoy llamada Operadora Avícola. Además, hay otros ejemplos de integraciones.
Por el lado de la porcicultura, muchos pequeños productores han dejado el negocio pues, en las cuentas de la Asociación Colombiana de Porcicultores (ACP), el 78,8 por ciento de los costos de producción de un cerdo corresponde a alimento balanceado que se trae de Estados Unidos, sin mejores precios de compra para sus lechones. Con el tratado en firme, llegaría inversión extranjera con destino a la modernización de la producción, y así se satisfaría la demanda local y la de los países vecinos.
En cuanto a leche, los gremios del sector consideran que este debe modernizarse para enfrentar a un sector altamente subsidiado en Estados Unidos. Sin embargo, bajo este precepto, se prevé como otro perdedor.
Los ganadores
En el agrícola, entre los que se pueden sentir tranquilos están los productores de banano y flores, que han sido calificados como los 'privilegiados', gracias, en parte, a las ayudas económicas que les ha entregado el Gobierno.
A esto se suma que, por ejemplo, a pesar de que los floricultores venden a Estados Unidos no menos del 76 por ciento de la producción, los empresarios han abierto mercados en 88 países más. Rusia y Reino Unido son los que siguen en importancia.
Pero, además, según un estudio de Araújo Ibarra & Asociados S.A. que se conoce desde el 2006, se destacan sectores como el químico y farmacéutico, plástico y caucho, metales preciosos y joyería, instrumentos de óptica, instrumentos musicales, maderas, muebles y artículos de cama.
Y también tienen expectativas positivas los empresarios del sector de pulpa, papel, editorial y artes gráficas.
Productos como sombreros, gorras con fines deportivos, paraguas y quitasoles, pelucas y pestañas postizas, así como juegos de mesa como el ajedrez y el parqués, tienen grandes oportunidades con el nuevo panorama comercial.
No deben quedar por fuera de los 'bendecidos' los productos como la ropa y los textiles, cuyas exportaciones crecieron en el 2010 un 17,4 por ciento, al igual que las exportaciones de artículos de cuero.
La promesa: 380.000 puestos en cinco años
En contraposición a los críticos radicales del Tratado de Libre Comercio (TLC), quienes han defendido la conveniencia del acuerdo que acaba de ser ratificado por el Congreso de Estados Unidos parten de la premisa de que estimulará la creación de empleo tanto en ese país como en Colombia.
Varias son las cuentas que se han hecho sobre le generación de empleo en el país cuando entre en vigencia el tratado, bien sea por el aumento esperado de las exportaciones hacia su mayor socio comercial, que llevará a contratar más trabajadores, por la inversión extranjera que llegará para aprovechar el acuerdo o por la mejoría en la demanda interna, que implicará incrementar la actividad productiva para responder a esa necesidad.
Las estimaciones van hasta la creación de 380.000 empleos y la reducción de dos puntos en la desocupación al cabo de cinco años de vigencia del acuerdo comercial.
Estos cálculos dependen de los supuestos y de los modelos con los que se hagan, y por eso no hay coincidencia en ellos.
Un trabajo de investigadores del Banco de la República, por ejemplo, advierte que una limitación importante de los modelos utilizados es que se concentran en el impacto sobre las actividades existentes, pero no captan el efecto sobre nuevas actividades de comercio(exportaciones e importaciones de nuevos productos), que normalmente se desarrollan por efecto de la aplicación de estos tratados.
Otro trabajo, de la Universidad de Antioquia, que arroja un impacto positivo sobre el empleo y la desocupación, señala que habría más empleo calificado y no calificado, aunque la mejoría del primero sería mayor.Agrega que el único empleo que disminuiría sería el rural. Esto concordaría con el temor de que el agro sea uno de los afectados con el TLC.
REDACCIÓN EL TIEMPO
Soberanía por 'oportunidades' para pocos
Con el Tratado de Libre Comercio se pone a competir, en condiciones desventajosas para Colombia, a nuestro débil aparato productivo con la primera economía del mundo, fuertemente exportadora de productos agrícolas, industriales y de servicios y decenas de veces más grande. El texto del tratado establece un proceso rápido de desgravación arancelaria, única forma de protección de la producción nacional y, con ello, peligran no solo los arroceros, avicultores, lecheros, cerealeros, algodoneros, sino los pequeños y medianos industriales. También se da pleno acceso a los capitales estadounidenses sin la posibilidad de establecer unos mínimos condicionamientos, de tal forma que, en lugar de la depredación ambiental y el saqueo de los recursos y el trabajo nacionales, contribuyan al desarrollo. Los exportadores de ese país se están frotando las manos y los productores colombianos deberían estar seriamente preocupados.
Con el TLC, el Estado colombiano se priva de la posibilidad de controlar los flujos especulativos y los precios de los medicamentos, y se sustrae de promover el fortalecimiento del mercado interno, la industrialización y el desarrollo social.
Esto se debe a que, en todos los campos, se instaura el predominio de la iniciativa privada y el afán de lucro, el Estado colombiano limita su radio de acción y debe adaptar su legislación a las normas estadounidenses.
Durante los años en que estuvo vigente el ATPDEA, que eliminaba aranceles en Estados Unidos para miles de partidas, Colombia solo exportó a ese país unas decenas de productos, principalmente básicos y sin mayor elaboración, lo cual demuestra las limitaciones estructurales de nuestra oferta exportable. En ese tiempo no solo no se desarrolló una nueva capacidad exportadora, sino que aumentaron sensiblemente la pobreza, el desempleo y la concentración de la tierra.
El Gobierno colombiano, en lugar de estar elevando el nivel de vida de la población para fortalecer la producción agraria e industrial, ha decidido apostar todo el futuro del país a que algunos empresarios tengan "oportunidades de negocios". El precio que paga es la pérdida de la soberanía nacional.
El "Plan de Acción" Obama- Santos no fue sino un pretexto para atenuar la oposición de sectores del partido demócrata al TLC, pero la realidad laboral no ha cambiado. Más allá de los asesinatos de sindicalistas, las sucesivas reformas laborales han deteriorado las condiciones laborales y han debilitado a los sindicatos. Las cooperativas de trabajo que burlan los derechos de los trabajadores se mantienen en otras formas.
El TLC consiste en la profundización de un modelo económico que condujo al mundo a la crisis que se vive desde el 2008 y representa la consolidación, mediante un tratado internacional, de las políticas de apertura económica que han llevado al país a la grave situación que vivimos.
ENRIQUE DAZA
Vocero de Recalca
Recalca: Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio